El primer pucho

>> Thursday, May 21, 2009


Risa me dá cuando me acuerdo. No debo haber tenido más de 7 años cuando me llamó la atención esto de fumar y echar humo, hacer argollitas, etc. y me dieron ganas de probar a sabiendas que estaba prohibido y que fumar era cosa sólo para mayores.

Lo planeé friamente. Calculé mi movida como cual MacArthur y llegada la oportunidad me fuí como halcón a la cajetilla de Nevada que mi madre había dejado descuidada en su velador. Sustraje "el" pucho delicadamente asegurándome de no alterar su orden en lo más mínimo, verifiqué que no había moros en la costa y me dirigí raudo al baño de mis padres en donde procedí a encerrarme con pestillo.

Y encendí... primera piteada y casi me atoro pero había que controlar la tos para no delatar mi delito. Segunda piteada... y yo ya estaba mareado como pollo y el humo, como no lo aspiraba, ya estaba llenando el baño. Habia humo por todas partes y por mas que manoteaba, el humo no se iba. Abrí la ventana, pero obviamente demasiado tarde, ya la situación estaba fuera de control y el sahumerio estaba que se las pelaba. Tercera piteada y ahí me fui cortado... una tos incontrolable y unas ganas de devolver todo lo comido durante el último año que de solo acordarme me revuelve la cocina.

Estaba en lo mejor capeando este temporal cuando escucho a mi madre golpear la puerta y me pregunta si me pasaba algo. "Noooo, nada, ya salgo", (si claro, con suerte me sacan en camilla de ahi). El pucho al water y tiro la cadena. Grave error táctico, mi madre escuchó la tirada de cadena pero yo no salía y seguía tociendo.

Es aquí cuando mi madre decide entrar en acción y no sé como pero abrió la puerta y entra. Debo reconocer que en ese momento mi angustia era compartida entre sentimientos de culpa y preocupación por las consecuencias de mi fumada y el deseo de que alguien por favor me rescatara de tanto sufrimiento y me sacara de mi miseria.

Mi madre me pregunta "¿Estas fumando?" y yo cara'e raja y todo cínico le respondo "Noooo". Mi madre muy calmadamente me invita a que salga del baño y me dice me siente a su lado en la cama mientras veo estira su mano para tomar la misma cajetilla de Nevada que yo habia profanado momentos antes. Mi madre muy calmada y con un típico movimiento de muñeca hace aparecer unos puchos por la apertura de la cajetilla y me ofrece un cigarrillo, "Fumemos" me dice... es en ese momento y de sólo ver los puchos que sentí se me pusieron los ojos blancos y toda mi capacidad de control se esfumó como por arte de magía y tuve que partir corriendo al baño. Llegué justito, apenas alcancé a levantar la tapa y chao... imposible de contener a esas alturas.

Entre arcada y arcada y con los ojos mojados por las lágrimas que apenas me permitian enfocar bien, veo como mi madre cruzada de brasos y con una sonrisa medio burlona me observa desde el umbral de la puerta y me dice "No fumes, menos escondido...", "Si mamá..."

No volví a tocar un pucho hasta muchos años después... pero hasta el día de hoy detesto los cigarrillos mentolados.

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