Reconozco I de la serie Mea Culpa

>> Monday, May 4, 2009


Siendo cadete de segundo año y de puro ociosos, en una de esas aburridas horas de casino pre-retreta, mientras fumabamos unos puchitos en el casino de cadetes decidimos con mis compinches del grupo de los nueve rufianes hacerle una “tallita” esa noche a los cadetes de primer año—a esos pobres e indefensos reclutas.

Pero no estamos hablando de una tallita cualquiera, no señor. Esta “misión” tenía que ser una “super misión”, una de proporciones y de alto riesgo. Una misión super osada que causara conmoción y llegara hasta los mismísimos oídos de la Dirección de la escuela e hiciera temblar las fundación misma de la seguridad de la escuela. Una de esas tallas que además de re-cagarlos a los reclutones, dejara en evidencia el sello del grupo de los nueve rufianes pero al mismo tiempo sin dejar ni medio rastro que nos inculpara. El riesgo de ser sorprendidos lisa y llanamente no se consideró en nuestra planificación, no era una opción, así de simple.

El Plan


A medianoche los nueve nos levantariamos y a través de nuestro armerillo (lugar sagrado donde se guardan los fusiles), a “punta y codo” por los techos de la escuela, entrando por el armerillo de la Primera Compañía (reclutones) invadir sus cuadras (dormitorios). Agarrar toda la ropa de los 250 pelotudos, y hacer un manzo montón en medio de la cuadra… una vez completada la “misión”, apretar cachete en forma silenciosa y ordenada revirtiendo el camino.

El encargado de despertar al lote y dar el visto bueno final a la operación… ¿Quien sería? …¿Alguna duda? … justo, este pechito. Me eligieron por mi fama de sangre fría y no exagero, así me lo dijeron.

La Misión

Llegó la hora de formar a retreta y las órdenes estaban selladas. Todos íbamos a participar y no había lugar para chaplines—una acción de ese tipo habría sido considerado una afrenta de proporciones, una mariconada fatal.

Cumplido con el rigor de la formación de retreta nos dirigimos a nuestras cuadras – formados por supuesto (en la escuela no se hace nada sin formar), y procedimos con la rutina de acostarnos como si nada. De acuerdo a lo planificado, yo me encargué de mantener un exacto control de los brigadieres y planta de servicio–personal que se acuesta mas tarde. Disimuladamente, me aseguré de que por lo menos la puerta a nuestros armerillos quedara sin llave. No teniamos idea con qué nos ibamos a encontrar al otro lado.

Poco antes de medianoche me pegue la última pasada “al baño” para asegurarme que todos dormian plácidamente y que todo estaba en orden.

Llegada la hora, procedí a despertarlos uno por uno. Sigilosamente nos vestimos y nos fuimos mierda. Yo liderando el grupo por los techos… llegamos a la Primera Compañia y todo salío a pedir de boca. Nadie nos cachó en nuestro punta y codo por los techos y el armerillo estaba sin llave por lo que en cosa de minutos estábamos manos a la obra. Un par de cadetes reclutas se despertaron pero a la orden de “…duérmase cadete” no les quedó otra que darse vuelta y seguir “durmiendo” o al menos eso aparentaron porque en realidad yo creo que tienen que haber estado cagados de susto… tal como, en honor a la verdad, estábamos nosotros.

En menos de veinte minutos estabamos de vuelta en nuestra cuadra en cama como si nada hubiera pasado. Con toda esa adrenalina nos costó conciliar el sueño y en honor a la verdad la anticipación de saber como se iban a desarrollar los hechos en las horas siguientes no dejaba de hacerme cosquillas. La incertidumbre era grande pero al menos ya habiamos pasado la prueba de fuego y todos ilesos. Si nos hubieran pillado de seguro nos habrian corrido balas y de esas de verdad. En esa época se temía por ataques terroristas y más aún si consideramos que andábamos por los armerillos. Pero igual, la satisfacción de haber cocinado un plan y haberlo llevado a cabo como que nos llenaba de un placentero sentido de triunfo.


A la mañana siguiente la curiosidad nos tenía a todos metidos y eso de no poder hablar de la “misión” lo hacia todo aún mas intrigante. Finalmente salimos al patio Alpatacal a formar para desayuno. Grande fué nuestra sorpresa al ver a los cadetes de la Primera Compañia ya formados, y a pesar de la oscuridad de la mañana podiamos ver por las apariencias, que todos los reclutones estaban con la ropa mal tallada… y la carcajada del resto de la escuela no se hizo esperar.

Pobres reclutones, el brigadier mayor los levantó a las 4:30 AM y los tuvo formados durante 2 horas interrogándolos y preguntándoles detalles de lo que habia pasado y si alguien sabia algo. Ese brigadier mayor era el famoso Edwin Dimter, más conocido en la escuela como el Loco Dimter, el mismo del Tancazo años despues, el mismo que disparó con su tanque hacia el interior del Ministerio de Defensa y mató a uno, el mismo que años despues fuera conocido como El Principe del Estadio Chile

Epílogo

Nunca se supo quien o quienes fueron los de la talla. A los meses después me llama el en ese entonces Teniente Juan Stuven… buen chato mi teniente Stuven… cuando me llama ibamos formados de vuelta a clases despúes de una sesión de ejercicios de infantería… me llama y me hace salir de la fila. Me pide camine junto a él y en voz baja pero certera me dice: “Tu Schmidt eres un líder, el grupo te sigue, te hacen caso y yo te tengo cachadito. No sé si vas a seguir la carrera militar. Ojalá lo hagas porque serías un excelente oficial, pero independiente de eso, sigas o no la carrera militar, te pido que te portís bien. Yo sé que tu estás detrás del atraco a la Primera Compañia pero no lo puedo probar. Ahora vuelve a la fila”. Mi respuesta, “Gracias mi teniente”, media vuelta y nunca más se habló el tema.


Cosas del destino, yo me retiré de la escuela al final de ese año y no ví más al Teniente Stuven hasta que un día trágico en mi vida, cuando yo sabía que él era Coronel Ayudante del Comandante en Jefe, recurrí a él para evitar le hicieran la autopsia al amor de mi vida, Paula, que había fallecido horas antes en un trágico accidente de tránsito en la Panamericana Sur. Pero eso ya es otro episodio de mi vida.


*¿Quienes eran los Nueve Rufianes? El grupo de los nueve rufianes estaba compuesto por los cadetes: Vaccaro, Niemeyer, Barros, Versluys, Cifuentes, Marsano, Siebert, Fernández y Schmidt.

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