Mi Tia Mina
>> Monday, May 4, 2009
De entrada tengo que aclarar que este post tiene varias aristas. Explico:
Cuando me ducho y por motivos que desconozco, me pongo a pensar. Es como si el lado pensador de mi cerebro se pusiera en overdrive, inhibe al lado gozador y empieza a trabajar sobretiempo y en exclusiva. En la ducha y con esta capacidad que no sé ni como administrar, he solucionado muchos problemas, se me han ocurrido ideas nuevas, he aclarado situaciones borrosas, etc. No lo puedo explicar mas allá de aceptar la cosa como es.
Hecha la aclaración, el Sábado pasado me pasó lo de costumbre—me metí a la ducha y se prendió el switch. De la nada empecé a hilvanar ideas y de pronto me saltó a la cabeza la memoria de mi Tía Mina. La historia en mi mente empezó a desarrollarse en torno a olores y de como yo a temprana edad sabia que ella estaba enferma, muy enferma, aún antes de que se le confirmara una gravísima enfermedad. Por su olor yo sabia que algo andaba mal.
Mientras me duchaba de a poco me fui acordando de más y más detalles de mis visitas a la Tía Mina.
La Tía Mina era casada con mi Tío Juan, uno de los doce hermanos de mi abuela Marina (abuela por el lado materno). Me acordé que mi madre iba a visitar a la Tía Mina y al Tío Juan una vez al mes mas o menos y les llevaba frutas de la parcela, algo de almacén y flores. Mi Tío Juan era mayor que mi abuela y desde que tengo uso de razón cuando les conocí ya eran viejos viejos.
Mis tíos vivian en el centro, en la Calle Tarapacá, por ahi entre San Diego y Bulnes si mal no recuerdo. Un barrio que yo encontraba horrible. El edificio donde vivian me daba tiritones. Me acuerdo que de entrada ese olor a incinerador me pateaba y esos ascensores que nunca se sabia si llegarian a destino y siempre costaba cerrar la puerta así es que nunca partían al primer intento, ni segundo y con suerte al tercer intento solo para pararse entre pisos. Para llegar al departamento recuerdo que habia que caminar por una especie de pasarela o balcón largo por el lado externo del edificio que tenia una reja de fierro forjado horrible y que daba hacia la calle Tarapacá—me daba lipiria caminar por ahi. Recuerdo que lo haciamos en fila india porque dos personas no cabian. Mis tíos vivian como típicos viejos—departamento antiguo, lleno de muebles antiguos y demasiado grandes para el espacio que obviamente habian sido conservados de épocas pasadas donde seguramente tuvieron un buen pasar. Pero todo parecia venido a menos… todo, el papel mural, la cocina, el baño… todo me daba cosa. Cosas de cabro chico.
De entrada recuerdo que mi Tía Mina me recibía con gran cariño y era muy efusiva. Recuerdo su vozarron ronco que me asustaba y la estoy viendo, vestida con sus típicos vestidos colores negros o café. Con un chal, siempre con un chal sobre sus hombros. Ella era mas bien baja y con el pasar de los años engordó por lo que se veia mas bien cuadradita. Se alegraba mucho al verme y en su efusividad siempre me daba un gran abrazo en el cual yo me perdía entre sus ropas y no me soltaba nunca… pero lo hacía con mucho cariño y efusividad. Acto seguido siempre me ofrecía algo… torta, queque, lo que tuviera y yo negarme no era una posibilidad que ella estuviera dispuesta a aceptar.
Pasó el tiempo y ya dejé de ver a mis tíos… francamente, ni siquiera recuerdo la fecha en que murieron, ni donde murieron. No recuerdo cuando fue la última vez que los ví.
Lo que es la vida y sus vueltas. Seguramente ahora es mi Tía Mina la que debe estar bien por ahí y le daría cosa venir a verme con todos esos olores y contaminación que tenemos. Ahora soy yo el que se está poniendo viejo y seguramente ella estará feliz por ahí oliendo las flores y sin premuras. Ojalá, si tengo suerte, ella estará esperando por ahí para darme otro abrazo de esos apretados que me daba cuando yo era un pendejo … sólo que esta vez lo sabré apreciar. Ojalá.
Aparte de la vergüenza y la tristeza que me invade al recordar y reconocer que fuy tan mierda, lo que me queda es sólo el recuerdo de ese olor. Ese penetrante olor a enfermo que me impactaba. La primera vez que me dí cuenta que tenía esa habilidad de percibir enfermedades por el olfato fué con mi Tía Mina.
Hasta el día de hoy puedo intuir, en base a olores, cuando una persona está enferma.
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